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POLÍTICA DOMÉSTICA 215

Con ese humor caprichoso y vagabundo, que se lanza afuera de la realidad y aun de lo posible, no se puede tener para los criados la conveniente equi- dad, y se suele carecer también del reconocimiento á que son acreedores por sus servicios meritorios.

Esta palabra reconocimiento, á propósito de ser- vicios prestados por los criados, quizá no sonará bien á ciertos oídos; pero la empleamos con inten- ción deliberada, porque creemos que es, en algu- nos casos, la expresión propia del sentimiento que se debe experimentar. En efecto, si bien es cierto que hay muchos corazones mercenarios, exclusiva- mente subordinados á sentimientos bajos é interesa- dos, hay también almas generosas que nunca creen hacer bastante para cumplir con las obligaciones que esta nobleza natural lesimpone. Los sirvientes que tienen tal carácter, se identifican con sus amos, com- partiendo con estos sus alegrías y sus pesares. - ¡Dichosas las casas que están servidas por seme- jantes criados! Pero sus amos ¿deben dispensarse de profesarles reconocimiento, considerándolos como sirvientes vulgares? ¿Quién se atrevería á sostener tal tésis? La persona que quisiera sustentarla, me- recería tener en su casa algunos: de esos seres mercenarios que jamás ven en cualquier amo sino un enemigo que maldecir, ó una buena presa que devorar.