222 POLÍTICA DOMÉSTICA
cho—lo diremos mejor—la sagrada obligación de que su mirada penetre en todas partes donde la educación de las nuevas generaciones sea depravada,, donde las malas pasiones promuevan el desorden y propendan á pervertir las instituciones sociales.
En la enseñanza privada, es decir, en la que se efec- túa bajo la responsabilidad de maestros indepen- dientes del Estado, éste debe hacer más todavía: no- esperar á que el mal se produzca, para combatir- lo, sino prevenirlo por medios suficientes. Tanto respecto á la enseñanza pública como á la enseñanza privada, la acción del Estado debe ser diligente y es- merada, si ha de tener importancia incontestable: para el porvenir, el orden y la estabilidad del cuer- po social. Para la enseñanza de los futuros ciuda- danos, el Estado debe garantizar la moralidad, la: aptitud y la buena influencia de los maestros; pues si permitiera que semillas corrompidas, ó viciosas por su naturaleza ó por la mano que las ofrece, fueran sembradas en el campo social, pronto vería crecer plantas venenosas y árboles cargados de malos. frutos. Sin el apoyo de una buena educación, sin discernimiento en la formación y elección de maes-
