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POLÍTICA DOMÉSTICA 227

ber sí las madres deben amamantar á sus hijos, cuestión que algunos moralistas ilustres han soste- nido afirmativamente, con gran elocuencia, aunque no sin encontrar cierta oposición algo fundada. Si bien la moral continúa abogando por la lactan- cia materna, la medicina por su parte no le es muy favorable, respecto á las condiciones perso- nales en que cierta delicadez de organización, una “vida demasiado sedentaria, mucha viveza de ima- ginación y una sensibilidad excesiva suelen hacer peligroso para el niño el alimento que una natu- taleza viciada le ofrece en la madre. Felizmente, la moral y la medicina pueden entenderse, porque, por una parte, sería absurdo exigir—en nombre «de la moral —que un manantial de vida llegase á ser manantial de muerte; y, por otra parte, la me- -dicina, hablando en nombre de la salud, no debe obrar contra la naturaleza, que exige que la madre dé su leche al hijo de sus entrañas, siempre que físicamente pueda, allanando cuantas dificultades encuentre en su posición social ó en sus hábitos: si su salud lo permite, la madre debe superar los obstáculos exteriores que le contraríen el cumpli- miento de tan sagrado deber.

Pero hay en ella dos cosas: la leche de la nutriz y el amor maternal. Amamantar no es la parte más importante de los deberes de la madre: hay