POLÍTICA DOMÉSTICA 239
Al exigir de vuestros hijos la obediencia que os deben, cuidad de que no os obedezcan únicamente por temor de algún castigo ó por la esperanza de alguna recompensa: necesario es persuadirlos, des- de muy temprano, de que cuanto les mandais es para su propio bien y el de los demás, porque les amais y porque sabeis mejor que ellos lo convenien- te. No dejeis de convencerlos de esto, siempre que la prueba sea susceptible de impresionarlos vivamen- te; pues así se acostumbrarán á obedeceros, aunque á primera vista no perciban la razón de vuestros mandatos. Esta consideración debe induciros á no darles órdenes que no sean justas, y á hacerlas eje- cutar en toda su extensión; pues si al cabo de un ra- to derogais lo que habeis prescrito, ó si vuestros hi- jos pueden esperar que les dispenseis de obedecer, los hareis indóciles y rebeldes, y sereis después in- justas cuantas veces les castigueis por su desobe- diencia, puesto que vosotras mismas les habeis in- ducido á ella. Cuando les deis alguna orden, ex- plicadla bien, hasta que esteis seguras de que la com- prenden y no les queda pretexto para desobedecerla; no les deis ninguna por mero capricho, y que ni sú- plicas ni lágrimas os muevan á revocar una orden jus- ta. Vuestros hijos deberán en su dia obedecer la ley; pues bien, procurad que se habitúen á esta su- misión, subordinando sus voluntades á la vuestra;