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246 POLÍTICA DOMÉSTICA

tas caricias, —me deja en seguida, y con el mismo entusiasmo besa á su muñeca. ¿Tengo algo en mí, con que poder explicarme á mí misma tan ca- prichoso conjunto de acciones aparentemente con- tradictorias, Ó deberé atribuirlas á causas sin rela- ción alguna con mis propios sentimientos? Micora- zón, que se deshace lleno de ternura al contemplar ese pedazo de mis entrañas, ¿podrá resignarse á no ver en esas manifestaciones de amor infantil sino el efecto de una necesidad de movimiento? ¿He de creer que Mariquita me acaricia, como salta ó canta, únicamente por hacer algo y sin ningún sentimien- to especial que la determine á ejecutar una de esas acciones, con preferencia á las demás? Engañaríame yo, sijuzgase de tal manera; pues María me ama tanto como una criatura de seis años puede amar. La tendencia á desarrollarse en todos sentidos y á dar salida, por decirlo así, á la vitalidad, produce en los niños movimientos exteriores que son excesivos relativamente á sus motivos ocasionales; y por eso Mariquita me abraza más que me ama, llora más que se disgusta, rie más quese alegra, y sus expansio- nes son siempre más enérgicas y duraderas que las causas de que proceden; así es que su llanto sigue, aunque el enojo haya cesado; y pasada la necesi- dad del afecto que la impele hacia mí, agota sus ca- ricias en cualquier objeto.