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POLÍTICA DOMÉSTICA 251

su cabeza que una falta pueda volver á ser asunto de reprensión, ni fundamento para juzgar de la conduc- ta; tiene siempre fija su atención en lo presente; pues ningún niño considera lo pasado ni lo porvenir. Si hago cargo á Mariquita, porque ha perdido en poco tiempo dos 6 tres pañuelos de mano, me contesta- rá: mamá, yo no he perdido hoy más que uno; si le ha- blo de una falta, de la cual se ha confesado culpa- ble, me dirá: pero yo no lo hago ahora. Los niños no asocian nunca la idea de una falta á la idea de un defecto habitual; y la frasc yo no lo haré más les es más natural que el propósito de hacer otra vez maña-

na lo que han hecho hoy.

En la infancia, ningún niño piensa ser bueno ni se imagina tampoco que sea malo, porque no ha formado todavía un juicio general sobre su propio carácter; sin embargo, este modo de juzgar es el único con que puede concebir otros caracteres, pues si oye hablar de un personaje histórico, su primer pregunta será: ¿era bueno?, ó bien: ¿era malo?; y después de haberse enternecido, oyendo la historia de Agar en el desierto, no podrá convenir en que Agar pudiese haber cometido algunas faltas de res- peto hacia su ama, y tendrá por seguro que Agar