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POLÍTICA DOMÉSTICA 253
instante en que le sería más imposible detestarlo. Prefiero dejarle un poco de orgullo que la aver- gúence siempre que sucumba, quedándome libre para elogiarle cualquier acto de sobriedad, como si fuese habitual.
Creo que en la educación moral el amor propio infantil debe ser puesto en juego, más como apoyo que como excitante, para mantener los buenos sen- timientos ya despiertos, no para despertarlos y dar- les un vuelo que no podrían sostener por sí mismos. El amor propio es un auxiliar ambicioso que no conviene emplear, sino cuando se han adquirido las fuerzas necesarias para subordinarlo.
