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SOBRE LA EDUCACIÓN MORAL DE LAS NIÑAS.

La sociedad tolera á los hombres mucho mal por algún bien: no juzga á cada uno por lo que él fué en su juventud; cualesquiera que sean las faltas cometidas por un joven, siempre es de esperar que las reparará, y si las repara quedan olvidadas. En una joven, no solo el mal sino aun las apariencias del mal ofenden la reputación de toda la vida; no le es permitido pasar por faltas para llegar á la prudencia: es indispensable que alcance muy luego esta virtud. A la mujer se le exige desde su niñez la modestia, la discreción y la prudencia; pero se le pide que sea graciosa y seductora, se le manda en cierto modo agradar y no se le perdona el agradar-