258 POLÍTICA DOMÉSTICA
exquisita que la que los varones requieren; pues una mujer, por medio del matrimonio, puede cam- biar de esfera, entrar en otra clase social diferente de aquella en que ha nacido, y, por lo tanto, necesita ser capaz de ascender y descender; necesita que su instrucción sea variada y su educación completa; que sin lisonjearse ni rebajarse, llegue á conocer sus cualidades y discierna en qué puede y debe em- plearlas, y que, dispuesta á permanecer sencilla y modesta, terza también aptitud para presentarse en sociedad, sin dejar de estar en su centro por torpe- za Ó ignorancia. El sentimiento de su dignidad no debe depender de las circunstancias: la mujer sensa ta no se conduce enteramente según la aprobación ó la censura de que se le hace objeto; hubo épocas en que las mujeres fueron maljuzgadas; y si enton- ces hubiesen tomado por regla de su conducta la opinión pública, hubieran perdido más terreno. En la actualidad, algunos moralistas las elogian con ex- ceso tal vez; otros las critican con más ó menos ra- zón. Júzguense á sí mismas, y digan con franca sinceridad: «Todavía estamos lejos, muy lejos de ser lo que podríamos llegar á ser; pero anhelamos reformarnos, aceptamos los medios de perfeccionar- nos y queremos labrar el bien de los seres á quienes amamos. Eduquémonos, modifiquémonos con perseverancia, y realicemos en nuestra prole la
