POLÍTICA DOMÉSTICA 287
ha ocupado en los mil pormenores que solicitan la atención de una joven al despertar. En sus cabe- llos arreglados con arte, en sus mejillas todavía refrescadas por el contacto de un agua cristalina, en el rosado color de sus uñas, en la blancura de su bata recientemente alisada por el hierro de la plan- chadora, en sus medias bien estiradas y en sus Iucientes zapatos hay el siempre grato aspecto del primor. Pero su hermana, despertada al mismo tiempo, no ha tenido ánimo para dejar el lecho; se ha entregado al sueño matutinal que ocasiona pesa- dez de cabeza y abotagamiento de los ojos, impo- sibilitando toda actividad; resignada á levantarse, bosteza, se despereza y experimenta cierto malestar; quédase inmóvil, sin tener resolución para vestirse; teme ponerse en contacto con el agua, y aplaza las abluciones para más tarde; se pone perezosamente las medias, que por no sujetarlas caen sobre los tobillos; calza botitas, que se quedan entreabiertas y con los cordones arrastrando; se ciñe la cintura con una falda siempre pronta á dejar las caderas; en fin, cuando el aviso para almorzar se deja oir, no está peinada ni vestida, tiene que arreglar precipi- tadamente sus cabellos erizados y ocultar sus brazos y espaldas con un pañolón, y de esta manera va á la mesa, llevando consigo el desagradable aspecto del desorden.
