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288 POLÍTICA DOMÉSTICA

Semejante contraste entre ambas jóvenes no exis- tirá solamente en el aspecto personal: podemos te- ner la seguridad de encontrarlo también en los hábi- tos de ellas y en todo lo que más ó menos íntima- mente les concierne. Fácil es adivinar el carácter de una mujer por el aspecto de su habitación: un observador no necesita mucha penetración para reconocer hábitos de molicie en el uso constante de divanes con almohadones, de butacas elásticas y alfombras espesas en las piezas interiores de una casa; y conocidos son también los gustos y los hábi- tos que hacen que las habitaciones sean alegres ó tristes, serias Ú charras, cómodas ó molestas. En estas últimas suele ser difícil sentarse, sin aplastar un sombrero ó una caja de dulces; casi imposible moverse sin derribar alguna cosa, y andar sin tro- pezar con un mueble.

Llevado al exceso, el orden puede tener inconve- nientes, por las restricciones que su observancia im- pone. Ordinariamente, da un aspecto demasiado serio al aposento de la persona que, habituada á someterse á reglas fijas, acaba por sujetar todos los

actos de su vida á las manecillas de un reloj. En semejante morada, reina una limpieza escrupulosa;