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290 POLÍTICA DOMÉSTICA

mientos son lentos y acompasados, la voz baja, la risa silenciosa, y nada se sufre á los niños. Imposible es que con tales hábitos exista la cordialidad, y que los afectos solícitos habiten bajo un techo, donde se vive esclavo del tiempo, de los muebles, de los ves- tidos, etc. Sin duda que esos excesos de método y de precisión en los actos de la vida no son cosas peculiares de la juventud, y que se manifiestan más en la edad madura; pero casi siempre se hacen habituales desde muy temprano, y pertenecen á una educación mal entendida.

El orden no llega jamás á semejantes excesos, cuando está acompañado de actividad física y moral: el ser humano, para trabajar y producir, está en el caso, no solamente de conformarse con los agentes exteriores sino también de someterlos al mejor uso. Evitemos, pues, educar al niño en la triste morada donde todo está acompasado. El verdadero orden no es el silencio y la paz de la tumba, sino, por el contrario, un complemento de la vida, un agente de

la producción.