LA FRATERNIDAD EN LA FAMILIA
Con raras excepciones, siempre hay bienestar en las familias cuyos individuos se aman recíprocamen- te; pues cada uno encuentra, en caso de necesidad, «el apoyo de los demís, y se siente fuerte contra las dificultades exteriores: el poderoso protege al po- bre, y la ruina de éste se compensa con la prospe- vidad de aquel. ¡Felices las personas unidas por un mismo lazo de afecto! En medio de una atmósfera «de ternura mutua, la vida es más grata, porque así como las penas se disminuyen compartiéndolas, la felicidad se aumenta en la mancomunidad. Todo lo facilita el afecto, que da sagacidad á la inteligencia, alivia la gravedad de los trabajos y hace llevadero el sufrimiento que la abnegación impone. Necesa- vio es, por lo tanto, cultivar en los niños de cada familia el amor fraternal, considerándolo como ele- mento de felicidad para el porvenir, como medio de dirección para el alma, como estímulo para el bien,
