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POLÍTICA DOMÉSTICA 3o1

«en otras condiciones: si la madre no vigila, esas niñas serán tiranizadas, porque el varón de seis ó siete años reconoce por primer principio el uso de su fuer- za física; quizá encuentre muy natural que deban so- meterse á los caprichos de él, y las moleste de mil maneras: de ahí muchas venganzas y delaciones siem- pre pueriles, pero que dan lugar á cierta enemistad. Nada de esto sucede cuando el niño está habitua- do á considerarse como protector de su hermani- ta: si la ha guiado en sus primeros pasos, separán- dola de todo obstáculo; si la ha levantado de sus caidas y ha sabido acallarla en sus llantos, y si ha “sido obsequioso para ella, se sentirá inclinado á pro- tejerla, á contribuir á su bienestar. Poco á poco le habrá inspirado un vivo afecto esa niña que, tanto en sus alegrías como en sus tristezas, corre con los brazos abiertos hacia él. Así comienzan á unirse los destinos de los hermanos, y á unificarse sus pen- samientos, sus intereses, sus vidas; nunca se verá uno solo feliz ó afligido, nunca será completo para uno de ellos lo que él mismo no comparta con los otros; ninguna de las diferencias que en sus hados puedan encontrar, impedirá que lo necesario para vivir les sea común. En virtud de tan poderosos afectos, los hermanos se privan de una buena parte del fruto de sus trabajos, para aliviar la desgracia de una hermana pobre y para educar á sus hijos, cuan- do ha caido en la viudez.