POLÍTICA DOMÉSTICA 305
aun es menos preferible la afectada ignorancia que con los ojos clavados en el suelo, ve el mal en todas partes, y hace sospechar que no tiene mejor compuesto su interior que su exterior. Lo que nos agrada es la bella tranquilidad de una joven que, sabiendo poco de lo que ella debe ignorar, no quiere saber más, y, contenta y apacible, espera que se lo revelen la vida y el corazón.
La condesa de Rémusat dice en su Ensayo so- bre la educación de las mujeres: «Otras madres más severas imponen un recogimiento absoluto, no permitiendo que sus hijas concurran á los espec- táculos, antes que llegue el momento de desempeñar un papel en la sociedad. Una niña— dicen ellas— nunca podrá ingnorar demasiado.—Sin duda que es necesario apartar de su imaginación todo cuanto pueda mancillarla; pero de la completa ignorancia del mal puede resultar una especie de inocencia estúpida que jamás llegará á ser favorable á la virtud, y que no bastará para conservar en la mu- jer la pureza que debe acompañarla en medio de la sociedad. »
¿Se deberá preparar á la niña, por medio de pru- dentes instrucciones y advertencias, para el cargo
