314 POLÍTICA DOMÉSTICA
logo al que un pintor hace en su modelo; cuando ella está bien puesta, no la vemos como es de ordinario, sino como quisiéramos verla siempre: en este caso, es mejor que ella misma, porque el arte mejora á la naturaleza. Con su propio ejemplo, se le puede ha- cer comprender las condiciones del verdadero arte, que ennoblece y hermosea; y se le puede hacer com- prender también, con el ejemplo de algún traje cho- cante, lo que es el arte falso y ridículo, en que la dis- cordancia de los colores, el abuso de los adornos y el uso de artificios engañosos ofenden la vista y sublevan el buen gusto. Entre el arte verdadero y el arte falso, la diferencia es la misma existente en- tre la joven que elige con gusto los sencillos adornos con que da mejor realce á la virginal frescura de su tez, y la mujer que se carga de afeites.
El arte de adornarse puede ser asunto de edu- cación moral: siuna joven comprende que el me- jor medio de agradar es componerse con senci- llez, gracia y armonía, ¿no comprenderá también que puede agradar más aún, ingiriendo en su carácter esas mismas cualidades? Para el espíritu, hay un arte de adornarse y, en cierto modo, un gusto que
