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POLÍTICA DOMÉSTICA 59

jas, infórmate bien del caso, y aunque la pasión te diga que tu hija tiene razón, no la creas luego; y aunque la tenga de hecho, no te armes contra tu yerno, ni le muestres á ella que tiene razón, antes dile que todo lo debe comportar á su marido, y que siempre que no le fuere obediente, la culpa será de ella y no de él.

«Y cuando la hubieres reprendido y amonesta- do, hablarás á tu yerno, separadamente, sin ninguna manera de enojo ni desabrimiento, y entiende de él la causa de la riña, y discretamente lo remedias, de manera que parezca que le ruegas y amonestas como madre, y no que le reprendes ni mandas como suegra; esto es, porque aunque la suegra debe amar y aconsejar á su yerno como á hijo, debe acatarle más que si fuese su propio hijo.»

Las inclinaciones sinceras evitan dificilmente los celos, y rara vez el amor maternal se libra de esa dolorosa condición de los afectos profundos. En esta situación particular, verdaderamente digna de compasión, el yerno llega a ser considerado como enemigo á quien habitualmente se combate con ar- mas que están muy distantes de la cortesanía.