Ir al contenido

Página:Tradiciones peruanas - Tomo II (1894).pdf/42

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
36
Tradiciones peruanas

en deservicio de su majestad, en agravio de Dios Nuestro Señor y en menosprecio de estos reinos. Así nada tengo que encomendar á la discreción de vuesa merced que, como hombre de guerra, valeroso y mañero, pondrá el cauterio allí donde aparezca la llaga; que con estas cosas de Potosí anda suelto el diablo y cundir puede el escándalo como aceite en pañi zuelo. Contésteme vuesa merced que ha puesto buen término á las turbulencias y no de otra guisa; que ya es tiempo de que esas parcialidades hayan fin antes que, cobrando aliento, sean en estas Indias otro tanto que los comuneros en Castilla. » Los vicuñas se habían juramentado á no permitir que sus hijas ó hermanas casasen con vascongados; y uno de éstos, á cuya noticia llegó el formal compromiso del bando enemigo, dijo en plena plaza de Potosí: «Pues de buen grado no quieren ser nuestras las vicuñitas, hombres somos para conquistarlas con la punta de la espada.» Esta baladronada exaltó más los odios, y hubo batalla diaria en las calles de Potosí.

No era Ortiz de Sotomayor hombre para conciliar los ánimos. Partidario de los vacongados, creyó que la carta del virrey lo autorizaba para cometer una barrabasada; y una noche hizo apresar secreta y traidoramente á D. Alfonso Yáñez y á ocho ó diez de los principales vicuñas, mandándoles dar muerte y poner sus cabezas en el rollo.

Cuando al amanecer se encontraron los vicuñas con este horrible espectáculo, la emprendieron á cuchilladas con las gentes del corregidor, quien tuvo que tomar asilo en una iglesia. Mas recelando la justa venganza de sus enemigos, montó á caballo y vínose á Lima, propalando antes que no había hecho sino cumplir al pie de la letra instrucciones del virrey, lo que como hemos visto no era verdad, pues su excelencia no lo autorizaba en su carta para decapitar á nadie sin sentencia previa.

Tras de Ortiz de Sotomayor viniéronse á Lima inuchos de los vicuñas.

II

Celebrábase en Lima el Jueves Santo del año de 1618 con toda la solennidad propia de aquel ascético siglo. Su excelencia D. Francisco de Borja y Aragón, príncipe de Esquilache, con una lujosa comitiva, salió de palacio á visitar siete de las principales iglesias de la ciudad.

Cuando se retiraba de Santo Domingo, después de rezar la primera estación tan devotamente cual cumplía á un deudo de San Francisco de Borja, duque de Gandía, encontróse con una bellísima dama seguida de una esclava que llevaba la indispensable alfombrilla. La dama clavó en el virrey una de esas miradas que despiden magnéticos efluvios, y don Francisco, sonriendo ligeramente, la miró también con fijeza, llevándose