dir de boca con la soltería, no es llegado el lance de que me atrape esa señora. Que tenga paciencia y espere á que me tiente el diablo por ser marido, que para entonces juro y rejuro que es ella y no otra quien buen derecho tiene para apechugar con este prójimo.
El Provisor dijo que él no era Academia de la Lengua (institución que por entonces aún no existía) para fallar sobre propiedad de locuciones; que á su ministerio sólo incumbía la cuestión de moralidad, y bajo pena de excomunión mayor lo sentenció á casarse con la viuda y fundar un romeral de chicos.
El D. Cristóbal era tantas muelas y entabló recurso de fuerza. Sí, señores, como ustedes lo oyen, recurso de fuerza.
El pleito hizo más ruido en Lima que un tambor.
Al cabo la Real Audiencia falló.... en favor de la lengua de Cervantes y en contra de doña Ana y del Provisor.
¡Ya se vel Como que el virrey era poeta, y purista por añadidura.
Y doña Ana siguió vistiendo tocas de viuda; y D. Cristóbal Núñez Romero, que era de la misma levadura de los mocitos que se jactan de ser filósofos prematuros ú hombres desencantados de la carne y sus peligros, no faltó á su juramento, porque no se casó con otra. Murió de una indigestión de soltería