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Abierta al ciclo, en brazos del destino
Reposa Irene, muda y solitaria.

Es justo que en la noche quede abierta
Ay! abierta á los cielos, tu ventana?
Es justo, quede abierta para siempre,
Quede así, para siempre, oh noble dama?
Los aires bulliciosos se deslizan
Alegres y parleros, por tu estancia;
Los intangibles aires, tropel mágico,
Huyen y vuelven en sutil bandada,
Agitan del dosel los cortinados
Con tan siniestra ondulación extraña!
Encima de tus párpados cerrados,
Donde en profundo sueño yace el alma,
Y á lo largo del piso y sobre el muro
Elévanse las sombras, cual fantasmas!
Oh! no sientes pavor, no te amedrentas?
En que sueñas — si sueñas — noble dama?
Tú, que viniste de lejanos mares,
Tú, que llegaste de remotas playas,
Para ser el encanto de los negros
Arboles mustios de llorosas ramas!
Raros son los vestidos que te cubren,
Es tu profunda palidez extraña!