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Después de Cannas

Ha perecido un Consul; otro á Linterne ha huido.
El Aufido desborda de muertos y despojos.
El bronce suda; el rayo que anuncia los enojos
Cae sobre el Capitolio, de un cielo enrojecido.

En vano el Gran Pontifice, ferviente, ha dirigido
Consultas al oráculo, postrado ante el de hinojos;
Y van la viuda, el huérfano, con lágrimas los ojos,
Cruzando á Roma en duelo, que el pánico ha invadido.

Y cada tarde acude la multitud ansiosa,
Plebe, esclavos, mujeres, la turba arambelosa,
Todo lo que vomita Suburra y la crgastulia,

Para mirar surgiendo del sol á los reflejos,
En los Sabinos montes dorados, á lo lejos,
Al Gefe en su elefante guerrero de Getulia.