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Artemis

Un acre olor de bosques surgiendo en todas partes,
Oh! Cazadora, en ondas ardientes envolvía
Tu castidad de virgen, tu indómita energía;
Y hacia la espalda cchando tu cabellera, partes.

De los leopardos roncos los ásperos gruñidos
Se escuchan en la calma de las nocturnas horas,
Y quedan, en la senda que rápida devoras
Tus perros, sobre el rojo tapiz del bosque heridos.

Asi te place, oh diosa, que la espina te hiera,
Que en tus gloriosos brazos las garras de la fiera,
Dejen los anchos surcos de su furor marcados:

Y gozas con la bárbara dulzura sin igual
De unir, en tus combates, la púrpura inmortal
Con la sangre que vierten los monstruos degollados.