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Armados del relámpago brillante,
Jóvenes, viejos, crueles, bondadosos,
Bellos, deformes, de marfil y mármol,
Adorados, temidos é inmortales!
Vi al tiempo sus altares demoliendo,
El odio palpitar entre sus fiestas,
El mundo sus profetas degollando,
Y la burlona risa, tan amarga
Como la muerte, en el común abismo,
Vi que en tropel á todos sumergía;
Y miré nuevos Dioses y hombres nuevos
Alzarse de sus fúnebres despojos.

Yo viví, el espantoso torbellino,
Con mis salvajes alas disipando,
Feliz, sin amarguras ni dolores,
Al hedor de la sangre sólo atento.
Viví! bajo del ciclo y sobre el mundo,
Agonizaba todo, y yo vivía!
Yo viví, recorriendo sin reposo
De las cimas del Cáucaso al Carmelo,
Al banquete inmutable convidado,
Diciendo: todo muere, porque viva!
Y yo viví! Oh! Abad! Hermosos siglos
Llenos de convulsiones y batallas,