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El desierto


A Enrique de Vedia.

Cuando el Beduino, que de Horeb vá á Siria,
Su caballo ata al pie del datilero,
Y allí, bajo la sombra polvorienta,
En su burdo sayal reposa envuelto:
¿Sueña, una tregua dando á las fatigas,
Con el lejano oásis, donde vieron
Sus ojos madurar los dulces higos,
Y de su tribu con el valle estrecho,
Y con la fuente en que templó sus labios,
Y con los bueyes, cuando van mugiendo,
Y junto d las cisternas platicando
Las mujeres, ó bien los camelleros
Sobre la arena en circulo sentados,
Al fulgor de la luna departiendo?