Esta página ha sido corregida
La tristeza del diablo
A Joaquin V. Gonzalez.
Silencioso, mordiéndose los puños,
Por sus fúnebres alas cobijado,
En pico abrupto que la nieve ciñe
Detúvose una noche el Fulminado.
Prolongaba la tierra, inmensa y tristc,
Los continentes que la mar azota;
Fúlgido arriba centelleaba el cielo
Y él contemplaba la tiniebla ignota.
Allí, clavados los sangrientos ojos
En el antro de humanas tempestades―