Página:Traducciones - Leopoldo Díaz (1897).pdf/80

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
— 74 —

ca de las pasiones! la voz de la alegría tan apaciblemente apagada que, cual murmurio del caracol, su eco permanece y se quedará siempre — ¡Ah! nada de nuestras miserias. — Mas toda la beldad, todas las flores que nuestro amor anhela, que embellecen nuestras alcobas, adornan aquel mundo lejano, aquella errante estrella.


Época deliciosa fue para Nesace, pues alli su mundo voluptuoso yacía sobre el dorado aire, cerca de cuatro brillantes soles, descanso temporario, un oásis en el desierto de los dichosos. Allá, allá, entre océanos de rayos que bañan el alma libro con empircos esplendores, el alma que (tan espesas son las ondas) con grandes esfuerzos apenas alcanza la ansiada eminencia, á lejanas esferas, de tiempo en tiempo llegaba y recién á la nuestra, la favorecida de Dios. Mas ya, reina de un dominio estacionario, arroja el cetro, abandona el timón, y, entre incienso y excelsos himnos espirituales, baña en etérea luz sus formas angélicas.


Ya la más dichosa, la más bella en aquel hermosísimo mundo, do nació la "Idea de la hermosura" (cayendo en guirnaldas pasó por infinitas estrellas