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MIGUEL DE UNAMUNO

No temo por ti. Sé que te volverán los generosos arranques y las altas ambiciones, y de ello me felicito y te felicito.

Me felicito y te felicito por ello, sí, por que una de las cosas que á peor traer nos traen—en España sobre todo—, es la sobra de codicia unida á la falta de ambición. ¡Si pusiéramos en subir más alto el ahinco que en no caer ponemos, y en adquirir más tanto mayor cuidado que en conservar el peculio que heredamos! Por cavar en tierra y esconder en ella el solo talento que se nos dió, temerosos del Señor que donde no sembró siega y donde no esparció recoje, se nos quitará ese único nuestro talento, para dárselo al que recibió más y supo acrecentarlos, porque «al que tuviere le será dado y tendrá aún más, y al que no tuviere, hasta lo que tiene le será quitado». (Mat. xxv.) No seas avaro, no dejes que la codicia ahogue á la ambición en ti; vale más que en tu ansia por perseguir á cien pájaros que vuelan te broten alas, que no el que estés en tierra con tu único pájaro en mano.