Página:Viaje a la Patagonia Austral - Francisco P. Moreno.pdf/123

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido validada
— 120 —

baría. Vamos adelantando con la proa hacia el río que desciende y así llegamos al sur. Trabajamos, pues, pero con dificultad; son muy empinadas las costas y llega un momento en que la barranca es a pique. En un instante en que el señor Moyano ha bajado a atar la cuerda, el bote se suelta y tenemos que volver a cruzar al norte, porque ir a tomar la costa sur, más abajo, sería perder el trabajo de todo el día; remolineando como una tina, tomamos la tierra en el punto donde había dormido la siesta letárgica. Patricio y yo, al remo, hemos hecho este tour de force; ¡cuarenta metros más abajo, y hubiéramos tenido que volver a cruzar la inolvidable muralla! Con más felicidad ahora y con más precauciones, podemos, ayudados de la pala y del pico, adelantar lo suficiente para dejar atrás el mal paso que nos hizo cruzar al otro lado, y cuando calculo que podemos hacerlo sin perder mucho camino, atravesamos nuevamente, para traer al señor Moyano, quien, considerándose olvidado, hace grandes fogones para llamar nuestra atención. Es la primera vez que se divide así el personal del bote.

Llegados al extremo de la vuelta pantanosa, acampamos al borde del río, antes que el sol desaparezca entre los negruzcos cerros de oeste. Media hora después, reunidos todos alrededor del fogón, devoramos un asado de guanaco, pues desde la madrugada no hemos tomado nada caliente. Estamos completamente mojados y el estómago frío necesita calentarse.

Enero 21.— Paramos, obligados por el mal tiempo, lo que nos vuelve las fuerzas perdidas. Un temporal fuerte del S. E. inquieta el río; el agua parece que hierve y blanquea su curso con miles de penachos, formados por el viento, al soplar contra la correntada. Hemos pasado la noche al lado del bote, pero el ventarrón es tan fuerte que no