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han producido las ablaciones físicas y morales, sobre todo en los últimos días de trabajo, me ha abatido hoy, de tal manera, que me es imposible moverme. Con bayetas calientes desaparecen momentáneamente mis dolores y una fuerte dosis de sulfato de quinina calina la fiebre; esto me permite recorrer a la tarde las alturas de los tres cerros, para volver a ver la cordillera.

Moyano caza un guanaco y Estrella solícito conmigo, se convierte en excelente cocinero y me obsequia con un exquisito beefteack del puma cazado ayer, que me hace olvidar por un momento mi triste posición.

Febrero 7.—Cruzamos a la orilla opuesta con el bote, porque los rápidos aumentan del lado este, y los médanos inundados se han vuelto tan pantanosos que hay peligro de vida en ir por dicha orilla del río; al concluir la vuelta, vemos que éste desciende ondulado, pero casi recto del oeste, lo que nos promete adelantar gran camino hoy; muchas de las barrancas son a pique, en otras el basalto inclinado llega hasta el agua, formando inmensos remolinos, pero siempre una de las dos costas nos permite el paso, y además, la gente ha visto los Andes; estos ejercen atracción sobre ellos, y hacen grandes esfuerzos.

Pasado el terreno volcánico, el valle se ensancha a ambos lados; colinas suaves preceden a las mesetas basálticas que se han alejado hacia los costados; el campo mejora; la vista tiene para admirar un horizonte más vasto y más alegre; los arbustos tienen mayor amplitud y más verdor; los cañadones son más fértiles y toda la comarca aumenta el contento que procura al ánimo entristecido por la sombría lava el lejano panorama de la cordillera.

La llanura está cubierta de matorrales de matorro blanco, que le dan un bello aspecto y la arena que cubre el cascajo pequeño permite galopar