Página:Viaje a la Patagonia Austral - Francisco P. Moreno.pdf/165

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
— 162 —

to del cóndor que hoy nos cree fácil presa; le recuerdes los humildes soldados que le precedieron, para revelarte a él y que en este momento pronuncian el nombre de la patria bautizándote con tus propias aguas!

Inmediatamente de levantados, descargamos el bote para organizar nuestro almacén de provisiones que debe quedar en tierra al cuidado de Isidoro y Abelardo, mientras me interno al Oeste con el bote; las malas condiciones marineras de este no permiten conducir nuestras riquezas alimenticias a través de las aguas, pues sería perderlas.

Levantamos al lado del matorral la carpa que nos queda, habiéndose destrozado completamente la otra, y colocamos dentro de ella todo lo que tenemos de más precioso; es decir, la fariña, el azúcar y la yerba, mi baúl de libros y las colecciones. En el bote quedan algunas conservas y provisiones para quince días, y dos guanacos charqueados, para el caso que, en las montañas, no podamos obtener caza, y hacemos en él las reparaciones indispensables, sobre todo en el timón que se ha hecho pedazos durante el trabajo de subir el río. Cuando está todo listo y almorzamos para embarcarnos, el tiempo se descompone, y los chubascos que desde ayer tarde se formaban en los desfiladeros del oeste, se desencadenan barriendo la superficie del lago, inquietándolo, y el viento aumenta rápidamente, de tal manera, que en vez de salir a navegar con el bote, tenemos que retirarlo de las aguas y vararlo sobre la playa lo más lejos posible de ellas, pues las olas ya se estrellan y pueden destrozarlo.

El día de hoy no ha sido perdido; lo hemos empleado en examinar el desagüe que forma el Santa Cruz, y la ribera hacia el norte, donde la quebrada nos ha indicado la probable existencia de un río.

Desde el punto en que nos encontramos dominamos el canal con rompientes en el centro, por