Página:Viaje a la Patagonia Austral - Francisco P. Moreno.pdf/194

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
— 191 —

Resuelvo parar y tentar de ablandar el corazón de los indios, para obtener los otros tres caballos que necesito. También la estación fría avanza; mi gente no tiene abrigo y hay que hacer negocio para procurar algunas mantas de pieles. De a tres mantas rojas, por un buen quillango, logro conseguir cinco de estos.

Por precaución, he traído conmigo el resto del alcohol destinado para las colecciones; la dama juana que lo contiene está casi vacía y sólo hay en ella dos litros de líquido, pero es lo suficiente, sabiéndolo distribuir, para conseguir de los indios todo cuanto ambicionamos.

Hay que tener, para tratar con ellos, el mismo tino que para los muchachos; hay que tentarlos. Así lo hago, después de agregar al contenido de la damajuana igual cantidad de agua, y doy a Collohue, que es el que más caballos tiene, una pequeña dosis del licor bautizado. Le gusta, lo considera puro, fuerte y no desagradable «como el que los chilenos le han vendido en el Río Gallegos». Este que le doy no le produce dolor de cabeza, «porque es verdadera lama, (bebida pura), sin agua!». Según él, la que venden los comerciantes de Punta Arenas está muy mezclada y enferma a los indios. Collohue me dice que no hay peor cosa que el aguardiente impuro; puede matar a un hombre, el puro sólo emborracha. Como todo es empezar, como lo dice el adagio, pronto la bebida ejerce influencia, benéfica para nosotros, en el cerebro de estos buenos amigos y poco a poco piden más cantidad; satisfago sus deseos, pero cuando llega el momento en que la necesidad imperiosa de beber más, se apodera de ellos, guardo la damajuana. ¡No doy ahora, vendo! y héteme aquí convertido en comerciante falsificador.

El licor que contiene la damajuana ya es agua casi pura, pues no tiene una décima parte de alcohol. Primero compro dos matambres de potro,