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la base. Viedma cita en su diario esta montaña al decir que hay dos piedras como torres que los indios llaman «Chaltel», pero no dice que sea un volcán. Los volcanes activos de la América del Sur, se les consideraba todos situados mucho más al norte de este; el más austral (exceptuando el que creyó ver Hall en la Tierra del Fuego, 55° 3'), está situado en el grado 44°20' pero hoy puedo decir, siguiendo las indicaciones de los indios, que las montañas cuyas fuerzas volcánicas aún no se han extinguido son varias, entre el grado 44 y el 51; sin embargo, ninguna de ellas arroja lava en fusión, ni rocas incandescentes; sólo emiten vapores y cenizas y esto no constantemente, sino con intermitencias prolongadas; parecería que la lava concluyó hace tiempo de derramarse en Patagonia, agotados los focos que la producen, por las antiguas erupciones que sembraron de acumulaciones de materias volcánicas de centenares de pies de espesor la región situada entre el 40° y 52° y que he podido visitar en sus extremos. Las capas de basalto cavernoso y escoriáceo que domina el Limay, en el primer tercio de su curso, se extienden con cortos intervalos hasta las inmediaciones del estrecho de Magallanes, lo mismo que los mantos conglomerados que contienen cenizas y productos eruptivos vitrificados, obsidiana y piedra pómez, que he observado cutre el Caleufú y el Yala-leicurá y que llegan hasta cerca del Atlántico. El monte «Pana» que ya he mencionado, no hace muchos años que arrojó humo (según dicen los indios); quizá aún tiene vida y su nombre, en indio, lo indica. (Paán-humo) y las cenizas rojas que hay en los alrededores del lago San Martín pueden haber salido del cráter de ese monte.

Es sabido que la mar es la que provee generalmente a los focos volcánicos del alimento necesario para ayudar a su actividad, como lo han demos-