Página:Viaje a la Patagonia Austral - Francisco P. Moreno.pdf/217

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
— 214 —

he mencionado ayer, vemos un camino de chinas lo que nos muestra que los indios del sur han vivido aquí hace pocos días. A ellos se les debe seguramente el gran incendio de los bosques de los cerros inmediatos que nos han ocultado la cordillera a nuestra llegada al lago. Continuamos caminando hacia el poniente costeando la falda de un cerro bastante elevado y extenso, aislado, de formación arcillo-esquistosa, y cuyo pie baña el lago. Llamo a este cerrro «Monte Félix Frías» en honor de mi amigo, el esclarecido patriota que defiende la causa de los argentinos, contra las pretensiones chilenas. El camino que hacemos por faldas es en extremo incómodo. Los ctenomys tienen la culpa; han revuelto los terrenos sueltos, donde las raíces de los arbustos y del pasto son más fáciles de descubrir. Pasando este mal paso que mide 5 kilómetros más o menos, llegamos a un bajo con pastizales abundantes, y luego, siguiendo hacia el noroeste, a una hilera de colinas donde los trozos glaciales son muy numerosos.

No encontrando paso por este paraje y viendo que el lago enangosta a causa de una punta de tierra que avanza al norte, y que luego se divide en dos brazos, uno que se interna al NO. hacia los ventisqueros, y el otro al SO., dejando en el centro, como una enorme cuña, bellas y elevadas montañas, cambiamos de dirección y nos dirigimos a las sierras del O. para internarnos siguiendo sus laderas.

Varias pequeñas lagunas con algunos árboles y muchos manantiales a cuál de ellos más fértil, alegran la región, cambiando totalmente el aspecto árido que tiene desde el Atlántico. Es un hermoso parque que la naturaleza ha formado sin ayuda del hombre y que espera a éste para aprovecharlo. En la falda de las sierras volvemos a encontrarnos