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nos, y en la derecha, orillean murallones terciarios a pique. La excepción de Puerto Deseado puede ser debida a su formación geológica distinta, y la igualdad de la disposición de la desembocadura de los tres ríos patagónicos, que conozco, a partir del Río Negro, de igual formación geológica, no deja de ser curiosa y digna de mencionarse; lo mismo sucede con las del río Colorado, el que desagua en Coy Inlet, y río Gallegos.

La vista de Monte Entrance es notable: de forma cónica, visto del N. E., rodeado de grandes fragmentos de rocas que se han desprendido de su masa terciaria y contra los cuales se estrella la mar, empujada por la corriente veloz de la marea, su efecto es imponente, a pesar de su poca elevación.

Hacia el sur desde el monte citado, se diseñan, desvaneciéndose en la lejanía, varias mesetas escalonadas, de quebradas suaves y murallones blancos, a pique, con médanos cuyos granos de arena cuarzosa relumbran. Hacia el sur oeste, entre los barrancos elevados de la costa, se destaca el Monte León (1.000 pies). En la línea del agua del mar, una faja blanca amarillenta picada de penachos diamantinos, señala la barranca a pique, donde el océano se agita; ciertos intervalos bajos, pardos o rosados, señalan los médanos; más arriba cerros, denudados con fajas y escalinatas, representando graderías de anfiteatro, coronados de redondeadas cúpulas, son los contrafuertes de la meseta, que se desagrega para formar la playa, y a mayor elevación aún una línea recta señala la meseta verdadera.

Desde la entrada, una serie de cerros listados, quebradas angostas, colinas cubiertas de arbustos, llegan hasta la punta Keel, donde Fitz Roy, varó el «Beagle» para reparar las averías causadas por el arrecife de Puerto Deseado. Desde allí, pasando