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le hiciera daño. Por estas razones los autores jesuitas no se han conformado con que su muerte repentina haya sido el efecto de causas naturales, sino que la atribuyen al veneno que le suministrara el cacique Manqueunai en la chicha con que le habia convidado. Como el motivo para este abominable crímen indican el rencor que la apertura del nuevo camino causara en el ánimo de los puelches.

Nos hemos mantenido escépticos delante del envenenamiento del P. Laguna i nos inclinamos todavia en el mismo sentido con motivo del presunto envenenamiento del P. Guillelmo, a pesar de que aboguen fuertes razones en su favor.

Al hablar del carácter vengativo de los indios, vimos que, segun Machoni, ellos administraban venenos a las personas enemigas i que usaban precauciones especiales entre ellos mismos para quedar a mansalvo de este peligro. Vimos tambien que el P. Olivarez creyó haber recibido veneno en Colihuaca. Recientemente hemos tenido conocimiento de otro atentado de esta clase, de que fué víctima en 1830 nada ménos que nuestro distinguido viajero D. Francisco P. Moreno. Hallándose cerca de la obra de Apichig, la mujer de su compañero Utrac dió veneno a él i a su guia Hernandez, quien murió unos dias despues [1].

En cuanto al caso del P. Guillelmo debemos tener presente, que él mismo no declaró nada sobre esta causa de su enfermedad (Machoni) i que la aversion de los puelches no era talvez tan marcada, como suponian los autores jesuitas, por haber pruebas contrarias de su buena intelijencia con el mismo cacique inculpado, segun acabamos de ver. Ademas vemos con harta frecuencia que personas, al parecer llenas de vida i salud, son arrebatadas por enfermedades repentinas. Los abnegados padres Laguna i Guillelmo se hallaban en condiciones hijiénicas poco favorables por falta de recursos i comodidades, de modo que esteban sin duda espuestos a enfermedades graves. Talvez obraba tambien en el ánimo de los autores amigos de Guillelmo aquella tendencia natural, señalada mas arriba, de atribuir las grandes catástrofes a causas ocultan i alevosas.

Notamos ya ántes que la chicha del huingan o muchi debe haber sido un brebaje mui pesado para el estómago que no fuese el de un indio, pudiendo causar talvez una indijestion, aun cuando no fuera veneno. Ademas creemos que el hombre está bastante bien protejido por los sentidos de la vista, del gusto i del olfato, lo mismo que los animales, contra los venenos: todas las plantea narcóticas o acres estupefacientes, de que se podria echar mano para este objeto, son mui amargas o mui repugnantes por su gusto, de modo que probando una pequeña cantidad de sus preparaciones (zumo, infusion), se deja al momento de apetecer mas de ellas. El indio no puede haber tenido conocimientos químicos para

  1. Apuntes preliminares. Museo de La Plata, 1897 p. 77, que cita: Recuerdos de viaje en Patagonia, Montevideo. 1882.