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Los indios se retiraron llenos de ira, discurriendo en sus adentros, que los padres no les servian si no atendian a sus necesidades; que su residencia entre ellos no lea producia bien alguno, puesto que su hambre no se satisfacía con la predicacion.

Hicieron una junta en que tomó parte el cacique Lebiluan del partido de Collihuaca, adonde lo mencionamos ántes, quien no podia faltar en ninguna de las iniquidades que se cometian, puesto que los padres le suponían autor de los envenenamientos no solo de Laguna i Olivarez sino aun de Guillelmo. Determinaron matar al padre Elguea i saquear la mision. La ocasion se presentaba favorable para su designio, porque el padre se hallaba casi solo, estando la servidumbre ausente en viaje a Concepcion para traer al superior.

Servia en la mision a toda satisfaccion un mozo ingles, católico, llamado Juan, quien habia sido traido desde Valdivia por el padre Hoyo i hacia el oficio de mayordomo. Era raro encontrar en aquella época individuos de esa nacionalidad en las colonias de España i en un punto tan apartado como este, a donde debia haber llegado despues de muchas peripecias. Habria sido curioso pues obtener datos sobre sus antecedentes, pero solo hemos conseguido una conjetura media dudosa [1]. Este animoso servidor habria sido temible para los indios, si le hubieran encontrado al frente en el ataque a la mision que iban a hacer. Para deshacerse de él se valieron de un ardid tan refinado como cruel. El cacique Mancuhunai, antes el compadre, ahora el enemigo mortal de los misioneros, lo envió un recado invitándole a venir a verle para un negocio que le convenia. Juan fué a su casa sin recelo alguno; finjieron recibirle cordialmente, convidándole a beber, cuando de repente una partida prevenida se abalanzó sobre el infeliz i le ultimó.

Consumado este crímen atroz i seguros de no encontrar resistencia, no perdieron un momento en montar a cabello é ir a la mision para perpetrar otros crímenes mayores, dando muerte con sus bolas i flechas al padre Elguea, a quien dejaron tendido en el suelo, i entregándose al saqueo de la iglesia i casa. Robaron o destruyeron todo; solo la imajen dela Vírjen, "la señora española", el objeto de su instintivo respeto i temor, la sacaron i la colocaron junto a la orilla, del lago cubriéndola con un cuero. En seguida prendieron fuego a la iglesia i demas edificios; el cuerpo del infortunado Elguea se quemó en el incendio. Mataron tambien a un indio de Chiloé i a su mujer, que habian sido buenos servidores de la mision, i llevaron cautivos a varios muchachos i niños, que los padres habian

  1. Como este jóven vino de Valdivia, podria ser uno de los ingleses de la espedicion de Narborough, apresados en Valdivia en tiempo de Mascardi, segun lo relatamos. El nombre de uno de estos, John Fortescue, coincide efectivamente con el de su paisano no ménos infortunado que se menciona aquí, pero aparece de los datos mas fidedignos que aquellos prisioneros fueron llevados a Lima (Barros Arana) t. V p. 138 i 161 notas.