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gobernadores i sus consejeros i refrenaban la codicia de los cabos de la frontera para que no hiciesen guerra (Olivarez)" [1]. Es este un justo título de honor que debemos reconocer a los jesuitas, sea cual fuere el juicio que se forme de ellos en lo demas.

Chiloé debe mucho pues a los jesuitas antiguos. Estraña que las tradiciones, que se han conservado en la memoria del pueblo, no recuerden esos servicios tan importantes. Ya se ve, que los beneficios recibidos se suelen olvidar con prontitud i que la gratitud es una virtud que muchas veces no se usa como se debiera. Los recuerdos que los jesuitas han dejado en Chiloé se refieren, por el contrario, no a los beneficios de que les es deudora la provincia, sino al lado mas débil de su conducta. Se les reprocha que habian sido poco caritativos i mui empeñados en estender sus haciendas i dominios [2]. He oido emitir este juicio a personas ancianas de distintas posiciones sociales. Parece pues que aun en la pobre provincia de Chiloé manifestaron su tendencia, reconocida en todos partes, de propender en demasia al engrandecimiento de su Orden. Con todo, no seamos injustos: tengamos presente que sin ser ricos i poderosos no habrian podido edificar las hermosas iglesias de Castro i Achao ni plantar el precioso jardin de Quinchao.

Eduardo Poeppig, el ilustre viajero en Chile i Perú, quien halló en la provincia peruana de Mainas, a orillas del alto Amazonas, restos de las misiones antiguas de los jesuitas, observó allí condiciones mui análogas a las nuestras. Los conquistadores por una parte i los jesuitas por otra habian ejercido en esa rejion tan apartada el mismo papel que en Chiloé. Mientras los primeros estirparon o ahuyentaron la poblacion primitiva con sus entradas armadas en busca de esclavos, los segundos obtuvieron resultados magníficos en la pacificacion de las tribus salvajes. Poeppig está lleno de encomios para esta Orden i dice que "todo lo que ella haya obrado en América nos inspira el mayor respeto i fué altamente benéfico" [3]. Es cierto que Poeppig como viajero naturalista no tuvo ocasion de conocer mas de cerca su historia i sus tendencias de espansion.

Nos hemos detenido, tal vez un poco mas de lo que nos corresponda, a considerar las misiones de los jesuitas bajo el punto de vista humanitario. Como a comentadores de viajes ellas nos interesan mas aun desde el punto de vista jeográfico.

Los jesuitas de la América fueron en realidad mui grandes i sin rivales en la estension de sus misiones a los territorios de los pueblos salvajes. Pasado la época de los conquistadores i de las expediciones de los aventureros, fueron ellos los que penetraron mas adentro en las rejiones de los indios independientes. Nahuelhuapi es uno de los ejemplos palpitantes

  1. l. c. p. 207.
  2. Comunicacion verbal de D. S. M. Garcia residente en Maullin (1884).
  3. Viajes en Chile i Perú, t II p. 351.