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Orejuela [1], hombre de talento pero aventurero e inquieto. Orejuela conocia Chiloé i habia recomendado, segun vimos, la bahia de Ancud o Lacui para el puerto de la provincia. Fué mas tarde i en edad avanzada el promotor mas activo de la fábula de los Césares. En un viaje que hizo a España consiguió una recomendacion de la Corte para que las autoridades de Chile le facilitasen los medios de organizar una espedicion que debia salir de Valdivia en busca de los Césares. Llegado á Santiago en 1780 trabajó allí durante cuatro años para obtener esos recursos, sin conseguirlo: por causas que no nos toca dilucidar aquí.

Promovió desde Santiago, con el fin de corroborar sus asertos ilusorios que se levantara en Chiloé una informacion sobre la suerte que hubiera corrido un chilote en 1783 al internarse a los Césares. El gobernador de Chiloé. Martinez de Espada, ordenó esta informacion que se rindió en San Cárlos el 28 de enero de 1783 ante el escribano José F. de Argote, por medio del espediente que debemos al señor Vidal Gormaz.

De las cinco declaraciones que se tomaron, resultó que hacia ya mas de cuarenta años un tal Mansilla, habilitado por Bernabé Balderas, fabricante de un barco, i el cura de Chacao Francisco Barrientos, se habia internado a la Cordillera situada enfrente de las islas de Chauques, con el fin de descubrir a los Césares. No habiendo vuelto e ignorándose su suerte, el relijioso mercenario de nacionalidad francesa Fr. Tomas Tallebori emprendió una espedicion para indagarla.

Mediaba la circunstancia escopcíonal i favorable para la averiguacion de los hechos, que vivia todavia en Quiquel uno de los que habian acompañado a Frai Tallebori en este viaje: era Juan Barrientos, anciano de noventa i nueve años i meses, quien llamado tambien a declarar, dió los informes mas implícitos sobre esa espedicion. Segun la relacion de este testigo fidedigno i tan respetable por su edad, Mansilla i sus compañeros pasaron por los Chauques, la islita Poyehuapi, Manielmo (Marillmo), Loncochalgua, Madodague (Vodudahue?), nombres que concuerdan con los de Menendez i con los actuales, entraron al rio, hallaron la piragua que Mansilla habia dejado asegurada en la confluencia del rio principal con otro afluyente, que es sin duda el rio Reremo de Menendez i el Talevoire de Vidal Gormaz. Era este, segun vimos, el punto obligado en que cesaba la navegacion i donde Menendez tambien hizo su apostadero. El padre Talevoire se quedó esperando en este lugar, mientras que Barrientos i sus compañeros se internaron, siguiendo las macheteaduras de Mansilla que iban cerca del rio pero que se perdieron al fin. Habiendo caminado tres dias "a todo andar" se cansaron; viéndose precisados a dar la vuelta, subieron antes a un alto de donde descubrieron "un llano que se perdia de vista fuera de esas Cordilleras". Talevoire, perdida ya la esperanza de socorrer a Mansilla ido hallar a los Césares, se volvió.


  1. l. c. t. VI, p. 406 i 433, t. VII, p. 167.