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seguimos nosotros hasta aquí por la parte del sur, si fueramos por la laguna, la tuviéramos por el sur, y nosotros fuéramos por la parte del norte [1]. Con esto determinamos el retiro y de camino registrar las dos abras que no se havian registrado [2]. Procuramos andar cuanto se puede, y aunque tuvimos dos dias de aguaceros, me adelanté con la gente, dejando al comandante con cinco hombres para que le acompañasen, que por estar enfermo no nos podia seguir [3]. Llegamos temprano al río que está junto al cañaveral [4], y por no tener agua nos quedamos, y al anochecer nos alcanzó el comandante. Antes de amanecer el dia primero de Marzo comenzó a llover y no podimos salir hasta el dia dos, y habiendo tardado tres horas en pasar el cañaveral nos mojamos todos, y hicimos pascana en la junta de los ríos en donde nos enjugamos.


    con el "cerro sin árboles" i "el hoyo que presumo derrumbo" que se hallan a su lado.

  1. Menendez reconoce aquí, espresándose de un modo un poco confuso, que habria llegado a su destino, si, en lugar de orillar el Tronador por el Sur, hubiera ido por el lago Todos los Santos i la falda Norte de este cerro.
  2. Son estas dos abras situadas mas abajo i las mismas a que el autor ha aludido ya i de que volverá a ocuparse relatándonos su esploracion.
  3. La indisposicion del comandante Morales habia comenzado al trepar la fatigosa subida de las "Siete Quebradas"; véase el dia 19 de febrero.
  4. Llama la atencion que el autor ocupe ménos de un dia en desandar el trayecto recorrido en la ida en cuatro a cinco jornadas. Casi en todas las espediciones, tanto de Menendez como de los viajeros modernos, se observa lo mismo: aliviados ya del peso de la carga de los víveres consumidos o dejados atrás i marchando por camino conocido i marcado, cuesta abajo, se mueven con una lijereza que hace contraste con el avance lento i pesado de la ida. Al volver a las estaciones inferiores se aprovechan los víveres que se dejaron depositados en ellas. Estos recursos i esta facilidad de moverse a la vuelta no los encuentra el esplorador que saliendo del Pacífico llegue a la Pampa, ni viceversa el que saliendo del Atlántico quisiera atravesar la rejion de los bosques del Pacífico. Creemos prudente por esta razón que, por lo jeneral i mientras que no hayan aumentado los habitantes i recursos en ambos lados de la Cordillera, el esplorador hará bien volverse por el mismo camino por el cual haya hecho su entrada.
    El corto espacio de tiempo empleado por Menendez, al recorrer la dis-