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ten y Villarrica. Despues volvieron a dar la paz, y está oy en Nahuel-guapi un Padre de la Compañia que ha convertido muchas naciones. (Rosales)" [1]. Enrich cree con fundamento, que el misionero a que se refiere Rosales haya sido el pudre Nicolas Mascardi, quien hizo su primera entrada a Nahuelhuapi desde Chiloé por Ralun en el año 1670, época en que Rosales etaba escribiendo su historia i ejercia por segunda vez el cargo de vice-provincial, de modo que se hallaba, mui al cabo de la mision que Mascardi acababa de fundar con su autorizacion [2].

Rosales recorrió las largas distancias de esta escursion en mui corto tiempo. Solo teniendo a su servicio grandes facilidades pudo realizar un viaje tan lijero i relativamente cómodo, que contrasta bajo este aspecto con el de su predecesor i tocayo. Hai que presumir que todos los vallEs por donde pasó su camino, estaban poblados i que los indios por respeto a su alta mision se apresuraban a guiarle i favorecer su marcha [3].

A fines de enero de 1651. Rosales hacia su etrada triunfal a Boroa con cuarenta caciques de los puelches, que le acompañaban para tomar parte en el gran parlamento jeneral, que tuvo lugar en esos dias presidido por el gobernador del reino Antonio de Acuña i dirijido por los jesuitas. La solemnidad del acto i las y vivas demostraciones, al parecer sinceras, de paz i concordia entre las dos naciones no dejaron nada que desesar, i se cumplia por primera vez en la historia, segun decia Rosales cun exultacion, que "todo Chile desde Copiapó a Chiloé estaba de paz". Por desgracia ente estado risueño fué solo una apariencia, que debia terminar en una dolorosa decepcion, sobre todo para Rosales. "El tiempo se iba a encargar en breve de desvaneces su ilusion (Barros Arana)". La division entre las dos razas de índole tan diversa era demasiado profunda, para que hubiera podido haber una conciliacion verdadera i durable. Siguieron por de pronto bajo el gobierno infausto i débil de Acuña los disturbios en el Sur con los pérfidos é indómitos cuncos, i en febrero de 1665 estalló la tercera gran sublevacion de consecuencias mui desastrosas, en que los débiles principios de bienestar producidos por las paces de Baydes fueron destruidos i volvió a rejir un periodo de devastacion.

La gran rebelion sorprendió a nuestro autor en Boroa, donde quedó encerrado por los indios con su corta guarnicion. A su enerjia i sagacidad se debió ante todo, que este fuerte resistiera durante trece meses un sitio célebre en la historia. Socorridos al fin i puestos en salvo sus valientes defensores, el fuerte quedó abandonado para siempre.

Debo cerrar con una observacion la relacion de este viaje estraordinario e interesante bajo muchos aspectos.

  1. Rosales, t. I p. 257.
  2. P. Francisco Enrich, Historia de la Compañia de Jesus en Chile, Barcelona 1891, t. I p. 575, 738.
  3. Rosales, t. III p. 434.