Página:Viajes de Fray Francisco Menéndez a Nahuelhuapi.pdf/428

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    merosos "que exceden a las arenas del rio", del cacique Guchumpilque asesinado por él, es mas que probable que permaneciera algunos años en las inmediaciones de El Cármen bajo la proteccion de las autoridades españolas. No es fácil que se haya atrevido a arrostrar aquellos odios tan fuertes ántes de que un espacio largo de tiempo los hubiese aplacado o puesto en olvido. Como sabemos por la certificacion del teniente Nuñez que pasó mas de cinco años en los alrededores de El Cármen, hasta hacia pocos meses de la fecha en que llegó a Nahuelhuapi, es probable tambien que el viaje, que acababa de llevarle a Nahuelhuapi, haya sido el primero que emprendiera en direccion a su antigua residencia.

    La condicion en que este cacique aparecia ahora, hizo un notable contraste con la en que se hallaba al separarse de Villarino: sorprende en contrarle aquí enteramente rehabilitado, todo boyante i soberbio, cual si fuera el árbitro de la Patagonia. No podemos formar un juicio exacto sobre el modo como haya efectuado tan ventajoso cambio. Inferimos sin embargo que sus constantes i bien finjidas protestas de adhesion a la corona de España, tales como las habia usado delante de Villarino, hallasen fé con las autoridades i que estas, estando en la necesidad de captarse la buena voluntad de los indios para ponerse a salvo de sus depredaciones, le tratasen de amigo i aliado, colmándole de regalos i subsidios, que sirviesen a su vez a él para atraerse partidarios i mejorar su posicion, lo que le facultaba para darse el aire de gran cacique.

    De esta manera le vemos proceder en el encuentro con el capitan Lopez de un modo jactancioso e insolente, haciendo lujo de sus galones i de su lejendario baston de mando, el mismo que supo manejar con tan bien estudiada afectacion en sus parlamentos con Villarino.

    Para colmo de su insolencia i manifestando sin rebozo sus sentimientos íntimos, aquel delegado del virei i amigo de los cristianos tomó contra Menendez, el primero de ellos que encontrara, una actitud amenazante. Parece que Chulilaquin se sintiera ofendido porque Menendez estando cerca de su tolderia, no hubiera logrado la ocasion para ir a verle luego despues de recibir la carta.

    Entendemos que la tolderia de Chulilaquin se hallaba establecida cerca del lugar que habia dejado de ocupar la de Mancuuvunay, al pasarse al otro lado del Limai.

    El número crecido de los toldos de Chulilaquin probó que disponia de una fuerza respetable de mocetones [n 1]. Uniéndose a estos los huilli-


  1. El número indicado de los toldos (53) nos permite hacer un cálculo aproximado del número de personas de que se componia esta tribu. Menendez contó en los ocho toldos del cacique Milahuan mas de setenta personas, lo que arroja un promedio de casi nueve moradores por cada toldo. Suponiendo que cada toldo tuviera solo siete personas de todos sexos i edades, resulta que esta reduccion contaba a lo ménos 370 almas, número elevado para una indiada de esta comarca tan poco poblada. De este modo se comprende la altanería de su jefe.