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El P. Luis de Valdivia, el filantrópico autor de la guerra defensiva, habiendo recibido del rei plenas facultades en aquella época para la pacificacion del Reino i para la abolicion del servicio personal de los indios, comisionó en 1613 a Venegas para hacer efectiva esta medida en Chiloé. En virtud de ella Venegas puso en libertad de ocho a nueve mil almas, con gran júbilo de los agraciados, pero no sin alguna resistencia de parte de las autoridades [1]. El mismo padre Valdivia ordenó en 1617 la fundacion definitiva de una mision estable en Castro, que fué servida por Venegas i el P. Antonio Prada [2].

El venerable Venegas, cansado por las fatigas i privaciones esperimentadas en sus viajes por el Archipiélago i por todo Chile hasta el Perú, fué llamado para concederle el descanso merecido en 1630, i vino a morir en 1641 en Santiago, su ciudad natal, a la edad de setenta años [3].

Otros relijiosos que cooperaron eficazmente en esa época para el adelanto de la mision fueron los padres Agustin de Villaza, Gaspar Hernandez. Pedro de Torrellas, Juan del Pozo, Juan Lopez Ruiz, Jerónimo de Montemayor i Francisco Astorga, el compañero del padre Rosales en el célebre sitio de Boroa [4].

El padre Venegas fué relevado por el P. Francisco van den Berghe, natural de Maestricht, ciudad de los Paises Bajos, quien asumió en Chile el apellido de Vargas, bajo cuyo nombre se reconocia difícilmente su patria. Era uno de los jesuitas, talvez el primero, de nacionalidad estranjera que vinieron al pais en contravencion a las disposiciones gubernativas restrictivas. No sabemos si para la trasgresion impune de estos mandatos le valia su oríjen de Flandes, provincia que se hallaba bajo el dominio de España, o si era su carácter de miembro de la Orden tan poderosa a que pertenecia. El padre Vargas completó la obra comenzada por Venegas, dejando convertidos a todos los indios i establecido un servicio relijioso bien organizado en todo el Archipiélago con gran número de capillas i sus fiscales, sistema que con el tiempo i con el incremento de los recursos disponibles se fue perfeccionando. El padre Vargas pasó en Chiloé diez años seguidos, i despues con uno o dos intervalos, hasta el año de 1654, en que se retiró para ocupar otros puestos i para morir en 1662 [5].

El rei, en aquellos tiempos el jeneroso benefactor i patrono nato de la Iglesia, ayudó tambien por su parte a los misioneros, concediéndoles el sínodo correspondiente. Con el fin de ausiliarlos en los frecuentes i penosos viajes de "su mision andante" por el Archipiélago, libró ademas

  1. Enrich, t. I, p. 290.
  2. Barros Arana en Olivares l. c. p. 389; Enrich, t. I, p. 331.
  3. Enrich t. I, p. 465.
  4. Enrich t. I, p. 380, 467, 490, 544, 548, 627, i 629; B. Vicuña Mackenna, Historia de Chile por Rosales, t. I, p. XXXV.
  5. Enrich t. I, p. 660.