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otra vanda del desague ácia el norte, y presumimos que serán los Huilliches Patagones, que se mudaron ayer, y puede que se hayan ido ácia aquel parage para ver si vamos a lo de Coluna, y poder lograr el lance, que perdieron el dia veinte y tres, cercandonos ellos por un lado y Chulilaquin por otro.

A la tarde vino Mancúuvunay y tambien Cayeco, porque le mandé recado para que viniese. Le conté lo que avian echo los Huilliches, y mostró mucho sentimiento de ello. Quando este Cayeco nos vino a ver dias pasados, dijo, que él. Mancuuvunay y otros vecinos suyos se mantenian en su tierra sin salir de ella; pero que los huilliches eran unos salteadores que no paraban en su tierra sino que andaban siempre por otras partes robando siempre y haciendo daño, y prueba de ello eran sus caballos, que como no paraban en parte ninguna los tenian flacos y estos de Nahuelhuapi los tenian gordos (es mucha verdad uno y otro) [1]. Despues le dije que me retiraba para Callvuco, y que no iba a lo de Coluna, por no tener con que comprar bacas


    hijo con anuencia suya. Puede ser que Chulilaquin haya celebrado las paces con los parientes de Guchumpilque, obteniendo el perdon i la espiacion del crímen por sendas pagas. Pero si, en lugar de satisfacer esas exijencias de la vindicta, el orgullo i la vanidad le hubieran adormecido, meciéndole en la ilusion de una falsa seguridad, es seguro que algun dia, tal vez pronto, la hada de su destino le hubiera de herir por el rayo de la venganza.

    Es de esperar que investigaciones futuras en los archivos arjentinos nos den algunos datos mas sobre este caudillo, quien nos interesa especialmente por sus relaciones con nuestros héroes Villarino i Menendez

  1. Cayeco nos da en este lugar una descripcion de las costumbres migratorias de los huilliches-patagones i tehuelches que concuerda perfectamente con las observaciones de Villarino i Musters: reconocemos en ella aquellas tribus nómadas por escelencia a que hemos aludido ya varias veces i que se hallan habitualmente en movimiento sobre sus rutas fijas. Es drástica la descripcion de sus caballos estenuados por los viajes contínuos a traves de los desiertos. Parece que sus costumbres son algo diferentes de las de los puelches i aucas, que residen al pié de la Cordillera i salen de allí solo para hacer sus incursiones a los establecimientos españoles.

    Notemos que en el primer viaje en que Menendez trató a los indios los enemigos de ellos fueron los "Picun-aucas", miéntras que en el segundo i en este son los huiliches errantes los que les molestan. Era inevita-