Página:Viajes de Fray Francisco Menéndez a Nahuelhuapi.pdf/440

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y ovejas para traher a Nahuelhuapi [1]. Cuando oyó esto quasi comensó a llorar, y dijo que los Huilliches por sus picardias eran causa de esto y lo mismo dijo Mancúuvunay. Cayeco dijo que el siempre tenia el mismo corazon; que si volviamos contasemos con el, y si estaba muerto el año que viene tuviesemos por cierto que los huilliches le havian quitado la vida, y suplicaba que le vengasemos su muerte. El manco hijo de Cayeco dijo a su compadre Don Nicolas Lopez, que aquel rancho que haviamos echo no permitirian que ninguno le deshiciese para que nos sirviese el año que viene [2]. Se repartió a los dos caciques un poco de trigo para que sembrasen y seles dijo el tiempo y como lo havian de hacer.


    ble que estos peregrinos habian de entrar en conflicto con las tribus sedentarias. Es probable que no solo Cayeco sino tambien Mancuuvunay deseaban el establecimiento de Menendez en Nahuelhuapi para obtener su proteccion contra esos ladrones incorrejibles i tan temibles por su número. Por esta razon sus protestas de adhesion eran sin duda sinceras.

  1. Vimos que la causa principal de la suspension del viaje a los Aucas i de la vuelta definitiva fué la dificultad de defenderse contra los ataques eventuales de la indiada movilizada. Menendez usa por prudencia la precaucion de no revelar este motivo a los indios, sino es indica otro, cual fué la falta de recursos para comprar el ganado que se habia comprometido ir a traer a Nahuelhuapi junto con Mancuuvunay [n 1].

    Esta causa era sin duda justificada tambien, porque debemos figurarnos que con tantas visitas de los indios i sobre todo de los codiciosos caciques Mancuuvunay i Chulilaquin le quedarian ya mui pocos elementos de que disponer para hacer compras de ganado. Esta compra debió haber sido el primer paso para establecer la mision, cuya fundacion se daba por acordada entre Menendez i los caciques.

  2. La despedida de los indios ofreció una escena de verdadera emocion. Los tres viajes habian establecido vínculos de afeccion entre las dos partes, a la que se unia el respeto que los indios profesaban a la persona de Menendez en su carácter de sacerdote i distinguido particular. Habian comprendido que una vida de trabajo i paz era preferible a la de azares a que se veian espuestos constantemente. Cayeco era el que se habia penetrado mas de esta necesidad i la manifestó en sentidas palabras.

    Reinaba cierto desaliento en ambos lados, porque Menendez no habia perdido ninguna palabra que dejase vislumbrar su intencion de volver. Estaba en la mente de todos que no se volverian a ver probablemente i


  1. Véase el dia 10 de febrero de este viaje.