Página:Viajes de Fray Francisco Menéndez a Nahuelhuapi.pdf/441

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Despues que anocheció calmó la laguna y nos embarcamos: fuimos a remo navegando por la costa y al amanecer tomamos puerto en un estero que ay frente de la Isla grande, que entra al leste, a la vista cosa de media legua, y de ancho no llega a medio cuarto. Allí descansó la gente un poco y luego continuamos la costa ácia el N. O. en donde ay algunas Islitas y nos emparejamos con otra Isla, grande al parecer, pero no es Isla sino península, que se une con la tierra firme por un Ismo que tendrá de ancho a lo mas media quadra. Despues de este Ismo ay mas Islas al pie de la cordillera nebada. Todo este seno está rodeado de cerros, y los que están al N. E. están llenos de pasto. En la península vimos Huanacos, y en el Ismo ay un manzano en la misma playa. Fuimos a ver si en la cordillera se divisaba alguna


    los indios veian disiparse las esperanzas halagüeñas que los repetidos viajes de Menendez les habian hecho concebir.

    El manco hijo de Cayeco, jóven que por el defecto de su cuerpo se inclinaba mas que sus paisanos robustos a las ideas de la ilustracion proclamadas por sus nuevos amigos, a los que habia espresado ya en otras ocasiones su sincera adhesion [n 1] se mostró mas impresionado al despedirse ellos, i no limitándose a las protestas de su padre, quiso dejar constancia para lo futuro i de un modo sencillo pero elocuente que serian siempre bienvenidos al volver.

    Menendez se alejaba apesadumbrado, porque no habia cumplido la comision del virei de reconocer a los aucas, ni habia adelantado con su propio proyecto de fundar una mision, el cual le habia preocupado tan vivamente i ofrecia tantos visos de éxito. No volvió ya a Nahuelhuapi.

    Mientras tanto sus amigos, los moradores del lago, verian con ansia en el verano siguiente, si se levantaban los humos que habia de anunciar su vuelta. ¡Fué en vano! Seguirian talvez por años mirando en la direccion en que habia de venir Menendez o un sucesor. ¡Seria en balde! Pasó cerca de un siglo ántes que asomaran los primeros viajeros, borrándose mientras tanto el recuerdo de Menendez; i fué un espectáculo triste, que la civilizacion moderna pusiera su mano pesada sobre toda esta indiada, subyugándola sin piedad.

    El rancho protejido durante los primeros años por la piadosa mano del "manco" se ha caido, no quedando ya señales visibles del lejendario cuartel que habia sido el teatro de los memorables sucesos que nos ha relatado Menendez.


  1. Véase el dia 12 de febrero