Página:Viajes de Fray Francisco Menéndez a Nahuelhuapi.pdf/472

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Lo que no deja de ser un inconveniente inevitable en el juicio que se sigue, es que la parte que pierde se sentirá hondamente agraviada: la armonía tan necesaria entre las dos repúblicas hermanas recibiria un rudo golpe.

Es este el punto en que me veo obligado a insistir todavía un momento ántes de concluir.

En el "Prefacio" a la primera parte del libro he señalado a la lijera los peligros a que se veria espuesta la nacionalidad hispano-americana en caso de que se debilitase por guerras entre sus miembros. Hoi dia despues de trascurridos mas de tres años, han cambiado algo las circunstancias. En verdad, no hai que temer ya una guerra entre Chile i la Arjentina. En cambio ha ocurrido la infausta guerra entre España i Estados Unidos, que ha hecho nacer otro órden de ideas, sujiriendo la imperiosa necesidad de que los Estados sud-americanos se unan estrechamente para poder resistir una invasion estranjera que podria venir alguna vez, aunque no se divise por ahora de cual parte, bien que hayan hecho oir ya ciertos rumores fatídicos a ese respecto. Francamente si mis apreciaciones emitidas en aquella ocasion se han considerado utópicas, hoi dia a consecuencia de este grave suceso no dejan de imponerse al espectador imparcial.

La guerra americana-española ha puesto en evidencia que estados poco poblados que no posean medios de fabricar ellos mismos las poderosas i complicadas armas de las guerras modernas, como son todas las repúblicas sud-americanas, tendrán que sucumbir cuando entren en lucha con un adversario que disponga de aquellos elementos i de una poblacion numerosa. La inmensa estension i la riqueza escepcional del suelo del continente de Sud-América son poderosos alicientes que bien algun dia pudieran escitar la codicia de otras naciones fuertes i populosas. Si estas encontraran divididos i en consecuencias débiles a los estados que poseen ese hermoso patrimonio, no tardarian en abordar sus territorios, poniendo en peligro mui sério la soberanía de la nacionalida latino-americana. La España, a pesar del valor proverbial de su pueblo, tuvo que rendirse hacer siquiera una resistencia seria [1]. Es seguro que los paises de la América latina, de la misma sangre e índole que España, con su escasa poblacion diseminada sobre vastos territorios no podrian resistir, miéntras que estuvieran aislados, al empuje de alguna de las grandes potencias de Europa o América. Su única salvacion es la union entre ellos propuesta ahora nuevamente por personas perspicaces como Mr. Herbert H. Basset, la misma que ha preocupado en tiempos pasados i en diferentes ocasiones a los mas ilustres estadistas de la América del Sur.

Para establecer esta union tan necesaria para la seguridad i prosperi-


  1. Véase la alusion a esta guerra en el capítulo anterior