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de este libro, dando una reseña de buen número de viajes emprendidos para buscarla [1] i haciendo constar tambien el papel que toca en ella a la poesía, nos abstenemos de repetir esos antecedentes.

"La leyenda popular verdadera ("Volkssage" en aleman) se manifiesta, como una creencia positiva i nacida del espíritu poético del pueblo", dice un autor contemporáneo [2].

Con respecto a la leyenda del Dorado, Arístides Rojas la califica como perteneciente al "folklore" de Venezuela i dice que "su mito fué la figura poética con lo cual representaron los castellanos los ricos depósitos de oro", que se descubrieron en nuestro tiempo.

En cuanto a los Césares ya hemos invocado la opinion del insigne vate D. Benjamin Vicuña mackenna para demostrar que "su argumento es apropiado para un drama de palpitante emocion" i que "fueron héroes de poética leyenda", considerando las espediciones en busca de ellos, que revestian cierto carácter místico, como las cruzadas de la América española.

Apoyado en tan buenas autoridades i en mi propia conviccion, creo reconocer en estas leyendas la espansion del espíritu poético, que poblaba de maravillas, en la imajinacion de los colonos, los inmensos territorios, situados a sus espaldas, hecho que, segun Poeppig, se observaba constantemente i en todas las latitudes de aquel vasto imperio. Era esta la única inspiracion poética que les era accesible i por lo tanto se les imponia a todos casi sin escepcion i con tanta fuerza de persuacion, que armaron innumerables espediciones en busca de ese fantasma.

De los tres tipos de manifestacion de esta ficcion poética, que acabamos pasar en reseña, la nuestra, la de los Césares, es sin duda la mas hermosa i sublime: el retiro de los vecinos de Osorno, que se han salvado de la destruida ciudad i se establecen en la otra banda de la Cordillera entre los salvajes, es un magnífico argumento poético. Mas fascinador aun es el cuadro de los naúfragos de la espedicion del Obispo de Plasencia (1539), capitaneados por el ínclito D. Sebastian de Argüello, quien se establece en el centro de la Patagonia fundando un imperio con una opulenta capital fuljente de oro i cobre con jardines i árboles frutales, i rejida por las mas sabias leyes, siendo ademas la sede de un Obispo, que precede en antigüedad al de Santiago (Rosales [3], Silvestre Rojas, Eyzaguirre), i formando en su conjunto un dechado de felicidad, en fin "un segundo paraiso terrenal en tierra tan sana que la jente muere de puro vieja"


  1. Véase Benj. vicuña Mackenna, Relaciones Históricas, La Ciudad Encantada 1877; Dr. H. Steffen Die Anfänge der Sage von der Ciudad encantada, "Verhandl. d. deutsch. wissenschaft. Vereins zu Santiago," t. II 1892 p. 219 i E. S.
  2. "Meyer's Konversations Lexikon" 4.ª edic., artículo "Sage".
  3. Rosales, Historia t. I p 31: (Amunátegui) l. c. t. III p. 76; Carvallo, "Historiadores" t. X p. 190; Ultimo Viaje al Estrecho de Magallanes de la Santa Maria de la Cabeza Madrid 1788 p. 216; véase ademas Barros Arana, Historia t. I p. 226, 399 etc., i las obras frecuentemente citadas de Moraleda, p. 39, 386, 424, 432, Usauro de Martinez i Angelis.