Página:Viajes de Fray Francisco Menéndez a Nahuelhuapi.pdf/55

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ciones maliciosas por haberle dado noticias falsas. Si nuestro autor hubiera reflexionado con calma sobre este particular, habria tenido que admitir que ellos, en el estrecho límite de sus ideas i conocimientos, le habian informado correctamente, porque habian visto efectivamente a los "huincas", i su campamento debia imponerles por una ciudad, que era un asiento de poblacion que no conocian.

Mascardi dió parte, a su vuelta a Nahuelhuapi, "al gobernador de Chile sobre los indicios que habia reconocido de andar piratas por estas costas (Enrich)". Narborough habia hacho ya mientras tanto su aparicion en la costa de Valdivia, en la que un teniente i tres tripulantes cayeron presos víctimas de una celada. Parece que sus intenciones habian sido pacíficas, teniendo por objeto la anudacion de relaciones comerciales. No siguió mas adelante i volvió a Inglaterra sin recuperar a sus cautivos. Cupo a estos una suerte triste (Barros Arana), que contrasta con la jenerosidad con que las autoridades españolas trataron ántes i despues a otros corsarios presos.

A pesar de que "la vuelta en redondo a todas aquellas pampas" deberia haber convencido a Mascardi de que los Césares no existian, su jenio absorto completamente en este fantasma no le dejó descansnr, i preparó al fin de la primavera de 1673 otro viaje, el cuarto, que a su juicio debia darle la solucion del problema. Antes de snair, el 12 de octubre de 1673, escribió a sus superiores i al virei conde de Lemus, dándole las gracias por su valioso obsequio (Enrich). Al poco tiempo de haber salido i no habiendo avanzado mui lejos todavia, el dia 14 de diciembre del mismo año i en 47° de latitud, fué acometido por unos bárbaros i muerto a boladas i flechazos (Olivarez). La fecha indicada, que se debe a Eyzaguirre, merece fé por concordar mui bien con los antecedentes [1]; la de Ascasubi, quien la pone en 15 de febrero de 1663 (1673!), es sin duda equivocada.

En cuanto a los demas pormenores de esta horrible catástrofe, no los ha guardado la historia. Solo sabemos por la relacion de Olivarez, que uno de sus asesinos fué el indio Antullanca, hombre que manifestó tambien años mas tarde su mala índole, haciendo una fuerte oposicion al padre Lagunas, i fué arrebatado poco despues por una muerte repentina, que los padres consideraron como el merecido castigo que Dios le impusiera por el asesinato de Mascardi [2].

Fué intenso i sincero el sentimiento que produjo la muerte del ilustre mártir en el ánimo de sus fieles poyas i puelches, quienes, al decir de los historiadores contemporáneos, conservaron la fé cristiana i el afecto a la memoria de su apóstol por largos años. A un jóven compañero de

  1. Eyzaguirre l. c. t. I p. 440.
  2. Olivarez p. 391, 518.