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grato recuerdo de un rasgo de jenerosidad de este digno discípulo de Mascardi: cedió en 1710 una isla despoblada, nombrada Guar, de su propiedad, para establecer en ella una mision que se formó con un número de indios Chonos, que habian venido a recojerse a Chiloé. Esta es la primera vez que esa hermosa i bien cultivada isla es mencionada [1] en la historia.

Otro recuerdo de Mascardi, que se ha conservado, se refiere a la Reina, que habia dado el primer impulso a sus trabajos en Nahuelhuapi Sobrevivió largos años a su jeneroso protector, porque el padre Olivares la conoció en tiempo que el padre Laguna rejentó la mision, o sea en el primer decenio del siglo siguiente. Parece que su autoridad, que en su juventud revistiera cierto poder, habia declinado con los años.

El heróico Mascardi dividia sus arduos trabajos, en medio de los cuales le arrebató la muerte, entre la mision i los Césares: aspiraba a convertir a los indios de la Patagonia i a hallar la ciudad de los españoles. Como su anhelo de hallarlos tenia por objeto mantenerlos en la fé cristiana, su aspiracion jeneral era mas bien una sola i lejítima, tal cual correspondia a un misionero.

Se esplica que su biografia por Rosales tenga mucho de maravilloso, por obrar nuestro estadista dominado por la quimera de los Césares. Ademas no faltan en ella exajeraciones en la relacion de los trabajos de mision. Tal es, por ejemplo, la numerosa poblacion de indios i el número de bautismos. La descripcion del pais con sus desiertos i arenales sin agua, que hemos dado testual por corresponder tambien a la realidad, prueba a la evidencia que no tenia la numerosa poblacion, que tanto él como su antecesor Flores de Leon, le atribuyeron. Por esta razon la cuarenta mil almas bautizadas por Mascardi son una exajeracion. Notemos, con todo, que Barros Arana i Enrich indican solo cuatro mil, número que excede aun a la realidad. Puedo ser que aquel guarismo fabuloso sea debido a un error de impreanta.

Barros Arana dice con razon que los viajes de Mascardi "tienen algo de prodijioso". Efectivamente, ninguno de los viajeros posteriores le aventajan en el alcance de sus esploraciones; ninguno habrá recorrido mayor distancia por aquellos territorios. Solo Menendez i algunos de los viajeros mas modernos en ámbos lados de los Andes le igualan talvez como esploradores. Nadie habia penetrado ánbes de él al interior de la Patagonia, que él atravesó un todas direcciones. Pasaron doscientos años casi justos hasta que el intrépido Musters alcanzó a seguir los rastros de sus pasos borrados por el viento del desierto.

Si comparamos ademas los escasos recursos de que disponia Muscardi con los abunudantes i perfeccionados de nuestra época, no podemos ménos

  1. Olivarez l. c. p. 394