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Otras rasgos del carácter de los puelches eran su soberbia, su iracundia i su jénio desconfiado i mui inclinado a la venganza. Para satisfacer ésta no retrocedian ante el uso de los venenos, que se aplicaban con tanta frecuencia que "aun entre los mas amigos se portaban con tal cautela que ninguno probaba cosa de bebida o comida que le dé el otro, si primero no la gusta en su presencia el que convida (Machoni)". El sentido u objeto de esta costumbre admite quizas otra interpretacion diametralmente opuesta a la que le dieron los padres de Nahuelhuapi. Poseemos muchos ejemplos de que los indios son ceremoniales en su trato, usando en todas ocasiones gran finura entre ellos, sobre todo en sus convites. Juzgamos posible, pues, que esa costumbre haya sido un acto de cortesia, significando un brindis o sea una libacion.

Analizando este cuadro de la índole de los puelches bajo el punto de vista antropolójico, vemos desde luego, que no se diferencia esencialmente de la de todo pueblo primitivo.

Para, darnos cuenta de sus facultades mentales, debemos tener presente en primer lugar, que su cerebro ha alcanzado solo el grado de desarrollo infantil, siendo relativamente mas pequeño del que corresponderia a su cuerpo en comparacion con el de pueblos civilizados. Por esta razon piensan i obran con la misma lijereza i en jeneral de la misma manera que los niños. De esta condicion nacen su temperamento sanguíneo, su veleidad, su irascibilidad i su egoismo, mientras su intelijencia viva pero de poco fondo produce el orgullo i las supersticiones.

En segundo lugar hemos de acordamos que estas tribus viven durante siglos i jeneraciones indefinidos, entregados a la ardiente i contínua lucha por la vida. Los peligros constantes, a que se hallan espuestos de parte de la naturaleza, i de sus mismos prójimos, i el afan incesante de procurarse los medios de subsistencia solo para el mismo dia, han creado en ellos un verdadero instinto de preservacion propia, que es casi el único móvil en la esfera de su existencia. Por esta razon dominan en su mente la malicia, el rencor, la astucia, la desconfianza i faltan los sentimientos nobles de la lealtad, de la gratitud i de la jenerosidad, poseyendo sin embargo el valor, el amor a la libertad i el cariño a su familia.

Si la monotonia de la vida agreste del hombre primitivo es interrumpida por la aparicion intrusa de un hombre civilizado, sucederá que cada uno de los dos medirá al otro segun su propia escala, atribuyéndose mútuamente una índole igual a la que posea el mismo. Como el carácter i las aptitudes de las dos razas ofrecen diferencias tan capitales, se comprende que no podrán marchar de acuerdo en su trato i que las desavenencias serán inevitables. El europeo no se rendirá cuenta de la falta de lealtad de parte del indio, i este no se convencerá que tiene obligacion